Precalienta el horno a 200 °C (calor arriba/abajo) y forra una bandeja para hornear con papel de hornear.
Ralla finamente el calabacín y exprímelo bien en un paño de cocina limpio para eliminar el exceso de líquido.
Corta el tocino en cubos pequeños y fríelo en una sartén sin aceite hasta que esté crujiente. Reserva. Lava, seca y pica finamente el perejil.
En un tazón grande, mezcla la harina, el polvo para hornear, la sal, la nuez moscada, el ajo en polvo y un poco de pimienta.
Agrega la mantequilla fría en cubos y trabájala con los dedos hasta que la mezcla tenga la consistencia de arena gruesa.
Agrega el calabacín, el queso gouda, el tocino y el perejil a la mezcla de harina y revuelve brevemente.
Bate el huevo con el suero de leche y agrega la mezcla al tazón. Revuelve la masa con una cuchara de cocina o con las manos hasta que esté apenas unida. ¡No la trabajes demasiado, de lo contrario, los scones quedarán duros!
Forma la masa en un círculo (aprox. 2-2,5 cm de grosor) sobre una superficie de trabajo ligeramente enharinada. Córtala en 8 triángulos.
Coloca los triángulos en la bandeja para hornear. Espolvorea el queso emmental rallado uniformemente sobre los scones.
Hornea los scones durante unos 15-20 minutos, hasta que estén dorados y el queso se haya derretido.
¡Deja que los scones se enfríen un poco y disfrútalos calientes!